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Galileo Galilei

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Galileo Galilei
«El gran libro de la naturaleza está escrito con símbolos matemáticos».
«El gran libro de la naturaleza está escrito con símbolos matemáticos».
Véase también
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Galileo Galilei (Pisa; 15 de febrero de 1564 – Florencia; 8 de enero de 1642) fue un sabio italiano del Renacimiento.

  • «El gran libro de la naturaleza está escrito con símbolos matemáticos».[1]
  • «En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona».[2]
  • «Hablar con poca claridad lo sabe hacer cualquiera; pero claramente, poquísimos».[3][4]
  • «La duda es la madre de la invención».[5]
  • «La mejor ciencia no se aprende en los libros; el sabio más grande y mejor maestro es la naturaleza».[8]
  • «Los beneficios deben escribirse en bronce, y las injurias en el aire». [I benefici debbono scriversi in bronzo, e le ingiurie nell´aria].[9]
  • «No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a encontrar la respuesta dentro de sí mismo».[10]
  • «Nunca he encontrado una persona tan ignorante que no se pueda aprender algo de ella».[11]
  • «Opino que, en la discusión de los problemas naturales, no deberíamos empezar por las Escrituras, sino por los experimentos y las demostraciones».[12]
  • «Yo abjuro con toda sinceridad y con genuina fe, execro y detesto los mismos pecados y herejías y, en general, todas y cada una de las ofensas y sectas contrarias a la Santa Iglesia católica».[13]
  • «Y sin embargo, se mueve».
    [Eppur si muove]. [14] [15][16]
    • Palabras ante la Inquisición que la leyenda cuenta que Galileo añadió entre dientes. En realidad, se trata de la versión de Adriano Ausilio,[17] fueron creadas por el escritor italiano de la Ilustración Giuseppe Baretti en 1757 con el propósito de crear la imagen de una Iglesia oscurantista incapaz de abrirse a nuevos descubrimientos científicos. Véase también Eppur si muove.

Disquisiciones teóricas

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Saggiatore, 1623
  • «Aquellos que exaltan tanto la incorruptibilidad e inalterabilidad, etc., creo que se ven obligados a hacerlo por el deseo que tienen de vivir mucho y el terror a la muerte; y sin considerar que si fuésemos inmortales no nos correspondería venir al mundo. Merecen encontrarse una cabeza de Medusa, que los transforme en estatuas de ópalo o de diamante, para alcanzar la perfección que no tienen».
    [Questi che esaltano tanto l'incorruttibilità, l'inalterabilità, etc., credo che si riduchino a dir queste cose per il desiderio grande di campare assai e per il terrore che hanno della morte; e non considerano che quando gli uomini fussero immortali, a loro non toccava a venire al mondo. Questi meriterebbero d'incontrarsi in un capo di Medusa, chegli trasmutasse in istatue di diaspro o di diamante, per diventar piú perfetti che non sono].[18]
  • «El motivo, pues, que ellos aducen para condenar la teoría de la movilidad de la Tierra y la estabilidad del Sol es el siguiente: que leyéndose en muchos párrafos de las Sagradas Escrituras que el Sol se mueve y la Tierra se encuentra inmóvil, y no pudiendo ellas jamás mentir o errar, de ahí se deduce que es errónea y condenable la afirmación de quien pretenda postular que el Sol sea inmóvil y la Tierra se mueva. Contra dicha opinión quisiera yo objetar que, es y ha sido santísimamente dicho, y establecido con toda prudencia, que en ningún caso las Sagradas Escrituras pueden estar equivocadas, siempre que sean bien interpretadas; no creo que nadie pueda negar que muchas veces el puro significado de las palabras se halla oculto y es muy diferente de su sonido. Por consiguiente, no es de extrañar que alguno al interpretarlas, quedándose dentro de los estrechos límites de la pura interpretación literal, pudiera, equivocándose, hacer aparecer en las Escrituras no sólo contradicciones y postulados sin relación alguna con los mencionados, sino también herejías y blasfemias».[19]
  • «Está escrito en ese grandísimo libro [de la naturaleza] que continuamente está abierto a los ojos (me refiero al universo), pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, y conocer los caracteres en los que está escrito. Este libro está escrito en lengua matemática, y los caracteres son triángulos, círculos, y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto».[20]
  • «Pienso que la constante actividad en vuestro famoso arsenal, señores venecianos, ofrece un gran campo para filosofar a los intelectos que especulan, especialmente en aquella parte que se denomina mecánica, donde se construyen continuamente todo tipo de instrumentos y de máquinas».[21]

Sobre Galileo

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  • «Cuando Galileo era joven, siendo estudiante en Pisa, se dio cuenta un día durante la misa que una lámpara [colgada del techo] se balanceaba adelante y atrás, y se convenció a sí mismo, midiendo su pulso, que la duración de las oscilaciones era independiente de la magnitud del arco que describía; ¿quién se daría cuenta que este descubrimiento podría finalmente poner a nuestro alcance, por medio del péndulo, alcanzar una precisión en la medida del tiempo hasta entonces considerada imposible, y que permitiría a los marineros agitados por una tormenta en los océanos más distantes poder determinar en qué grado de longitud estaban navegando?».[22]
  • «[Galileo permanece vigente, así como la propuesta renacentista] que supuso una defensa del individuo ante el poder, un reconocimiento a la individualidad. El Renacimiento es un gran patrimonio de Occidente y la figura de Galileo resulta, todavía, provocadora para regímenes como los suramericanos, del Este y tantos otros». [23]
  • «La voz de un Galileo o de un Newton jamás tendrá el menor eco entre las masas. Los inventores geniales acelaran la marcha de la civilización; los fanáticos y los alucinados crean la historia».[24]

Véase también

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Referencias

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  1. Ortega (2013), p. 2836.
  2. Ortega (2013), p. 741.
  3. Ortega (2013), p. 2022.
  4. Opere, IX, 73. Goicoechea (1952), p. 152.
  5. Ortega (2013), p. 1346.
  6. Palomo (2013), p. 256.
  7. Ortega (2013), p. 3712.
  8. Ortega (2013), p. 2463.
  9. Goicoechea (1952), p. 388. Opere, IX, 198.
  10. Palomo (2013), p. 110.
  11. Ortega (2013), p. 2198.
  12. Cartas Copernicanas, compuestas entre 1613 y 1616 y dirigidas a Benedetto Castelli (21 de diciembre de 1613), a Piero Dini y a la Gran Duquesa Cristina de Lorena. «Cartas Copernicanas (página 64)». www.dominiopublico.gov.br. Consultado el 2022-06-08. 
  13. Galileo fue obligado a decir estas palabras en su retractación el 22 de junio de 1633. Le lettere copernicane, en línea. Ed. Armando, 2008. ISBN 8871444558.
  14. Bartra (datos.bne). Frases y citas célebres. Grijalbo. p. 109. ISBN 8425315263. 
  15. Duthel, Heinz (2015). Epistemología - Erkenntnistheorie: Wissenschaftslehre. ISBN 9783734763250.en línea.
  16. Drake Stillman (1978). Galileo at Work: His Scientific Biography, p. 355. Ed. Dover Phoenix. ISBN 0486495426
  17. Diario ABC, act. 3 enero 2016 en línea el 25 abril 2020
  18. Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo (en web www.libeliber.it consultado abril 2020).
  19. Cartas Copernicanas (Le lettere copernicane). Ed. Armando, 2008. ISBN 8871444558.
  20. El ensayador. Galileo Galilei. Editorial Aguilar. Buenos Aires, 1981, pág. 63. El tapiz humanista: actas del I Curso de Primavera sobre el IV Centenario del Quijote: Lugo, 9-12 de mayo de 2005. Ana Goya Diz, Cristina Patiño Eirín (ed.). Universidad de Santiago de Compostela, 2006. ISBN 84-9750-628-6, pág. 190.
  21. "Discurso y demostración matemática, en torno a dos nuevas ciencias" (1638). Campillo, Antonio (2008). La fuerza de la razón: guerra, estado y ciencia en el Renacimiento, Ed. Universidad de Murcia. p. 166. ISBN 9788483718049.
  22. Helmholtz von, Hermann, Edmund Atkinson (trand.), Popular Lectures on Scientific Subjects: First Series (1883), 29. [referencia incomprobable de fuente revisable]
  23. Liliana Cavani reivindica en Barcelona la vigencia del Renacimiento y de Galileo. Publicado en El País del 1983/02/05.
  24. Mackay, Alan L. Diccionario de citas científicas: la cosecha de una mirada serena. pág. 178 Ediciones de la Torre, 1992; ISBN 9788479600242

Bibliografía

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  • Goicoechea, Cesáreo (1952). Diccionario de citas. Labor. 
  • Ortega, Arturo. El gran libro de las frases célebres. Penguin Random House Grupo Editorial. México, 2013. ISBN 6073116314, 9786073116312. En Google Books.